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La ciudad mestiza:
huellas indígenas en la arquitectura colonial

"Desposorio indígena y palo volador", una obra de arte virreinal que data del siglo XVII.

Podemos considerar al mestizaje como el resultado de un proceso largo de aculturación que derivó en la adaptación de determinados sectores de los pueblos aborígenes, forzada o estratégicamente al orden colonial. Como plantea Serge Gruzinski en La colonización de lo imaginario, frente a la conquista, “las noblezas se resignaron a aceptar el cristianismo y la dominación colonial. Convertidas de modo más o menos sincero, eligieron el camino de la adaptación” (p. 29). Esta resignación, más que un gesto de fe, obedecía a un instinto de supervivencia.

El mestizaje no fue un fenómeno espontáneo, sino que se inició principalmente a través de la evangelización, impulsada por los misioneros en un contexto de imposición cultural. En sus primeras etapas, este proceso implicó la prohibición de las lenguas indígenas y la imposición del castellano, en un claro gesto de aculturación. Sin embargo, con el tiempo, este paradigma se modificó, y los predicadores comenzaron a aprender y utilizar lenguas nativas como instrumento de conversión. Así lo señala Sanz Camanes en Las ciudades en la América Hispana: La evangelización en América también fue allanando el camino. Había que atraer al indígena y uno de los caminos consistió en el aprendizaje de sus lenguas” (p. 328).

 

Al mismo tiempo, el mestizaje se desarrolló en el plano social: a través de uniones matrimoniales, de la imitación de costumbres españolas por parte de los indígenas, signos de distincion, y del deseo de ciertos sectores indígenas de ascender socialmente, de pertenecer a circulos sociales mas altos establecidos por los españoles, incluso a costa de abandonar sus formas de vida tradicionales. Como afirma Sanz Camanes, “la nueva élite india del siglo XVII terminó haciendo suyas las estrategias y relaciones del sector dominante de la sociedad” (p. 208).

 

La organización urbana y política de la Ciudad de México reforzó una lógica de segmentación (intencional) y mezcla (de manera accidental). La creación de la República de Españoles y la República de Indios –entidades político-gubernamentales encargadas de la administración de sus respectivas comunidades– funcionó como una estrategia colonial de control y segregación de la poblacion indigena y española. Sin embargo, esta separación no fue absoluta. Como sostiene Gruzinski en Las cuatro partes del mundo, desde la segunda mitad del siglo XVI “coexisten mestizos, negros y mulatos que viven en los confines de las comunidades española e indígena” (p. 113), conformando lo que podríamos denominar una tercera república, la de los marginales: esclavos, mestizos, indios desplazados y extranjeros. Estos grupos se establecían en los límites de la ciudad, donde las identidades eran más porosas y el contacto entre culturas más directo. Estas tres "republicas" forman una compleja red de relaciones entre individuos y comunidades, con sus determinados espacios dentro de la ciudad: españoles (el centro), indios (la periferia) y marginados (en la calle y/o confines), y también por la fácil movilidad entre dichos lugares que termina fomentando el proceso de mestizaje dentro y fuera sus propios límites.

 

En ese contexto aparece el mestizo como figura clave: un nuevo sujeto cultural que reinterpreta lo que se le impone, dando lugar a una perspectiva original. En palabras de una de las citas analizadas: respuesta de una persona con una sensibilidad diferente que se apropia y reinterpreta lo que se le impone. Esto hace que no sean realidades comparables y se manifieste como una nueva óptica.” (Mexico - Sergio Salinas Reyes). Este nuevo actor social trae una nueva forma de interpretar el mundo, el cual trae un resultado único de este contexto.

 

En definitiva, el mestizaje excede lo puramente cultural. Como plantea Gruzinski, “no son fenómenos sólo de índole cultural, sino también social, económica, religiosa y, sobre todo, política” (p. 48). Este proceso también se refleja en la arquitectura, especialmente en la religiosa, que operó como herramienta evangelizadora. El proceso de mestizaje evidenciado en la sociedad y esta reflejada en la arquitectura, convierte a la ciudad de México como un verdadero espacio mestizo.

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